El hotel todavía estaba siendo renovado pero no le faltaba mucho. La habitación en que nos quedamos era una belleza: bien decorada, de diseño práctico, y sin ruido. Sin duda los dueños han incurrido un gran gasto para lograrlo. Sin embargo, el placer que proporciona esta belleza física es prontamente negado al tratar con algunos de los empleados. Con la notable excepción de tres empleados en particular, a los cuales daré sus merecidos elogios mas abajo, el personal solo presentaba la más superficial cortesía, teniendo solo una leve capa de una personalidad agradable. Una actitud condescendiente para con los huéspedes no es conducente a que estos regresen. Decirle a un huésped que su café solo “parece” estar frío debido a que, obviamente, este no comprende como funciona una botella térmica es un error. Cuando la respuesta a aun la mas rutinaria solicitud es una mueca y la ya gastada frase “Veremos que podemos hacer”, esto tampoco es conducente a que uno regrese. Quizá estén bajo gran presión o estrés, quizá estén cansados, aburridos, o enfermos, pero sea cual sea la razón, el huésped se merece algo mejor que esto. Tres empleados se portaron de una manera conspicuamente diferente: Luis, un hombre encantador y agradable, muy placentero su trato. Bernardo, un hombre de voz suave y apacible, que, aunque parecía aturdirse un poco con cualquier desvío de la rutina, conservaba una muy agradable actitud. Y el tercero, Giovanni, un hombre joven, al cual tomo un poco de trato lograr que saliera de su caparazón y mostrar su cálida personalidad, un diamante en bruto, pero nada ficticio. El hotel está en un barrio un poco desatendido, de la clase trabajadora, con graffiti en las paredes de los edificios, pero no daba miedo caminar las calles después de la puesta del sol. Mucha gente trabajadora, mayormente inmigrantes, andando en los quehaceres cotidianos, cada uno en lo suyo. El servicio de autobuses pasa por el mismo frente del hotel, el Metro no está excesivamente lejos, y hay un supermercado y varios restaurantes a dos cuadras.
Si su único criterio de lo deseable de un hotel es la belleza de sus habitaciones, el hotel Donatello le satisfará, pero en mi caso eso no basta.