El hotel tiene una situación muy buena, justo en la plaza del castillo de San Angelo y a pocos minutos caminando del Vaticano. Es muy tranquilo, tiene sólo unas pocas habitaciones. Nosotros nos alojamos en la suite black&white. Es una casa antigua reformada con muy buen gusto, conservando el techo de ladrillo original. De hecho escogimos confiando en la fotos de booking.com y coinciden con la realidad. La limpieza es absoluta, la cama era excelente, la conexión wifi veloz y el aire acondicionado eficaz, cosa que es necesaria para la supervivencia en Roma en el mes de agosto. La muchacha que nos atendía por las mañanas era encantandora. El precio bastante bueno, teniendo en cuenta que por el mismo dinero puedes caer en un hotel cuya última reforma data de mediados del siglo pasado. Si volvemos a Roma, no nos importaria repetir. Como cosas mejorables, el desayuno es bastante simple, café, pastas y tostadas y que en recepción no hay nadie a partir de las 19:00, pero te proporcionan el código para acceder al hotel a cualquier hora. De hecho cuando llegamos no había nadie y nos asustamos, pero llamando al teléfono de contacto que salía en la reserva acudieron a los 2 minutos.Más
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