Una vez que entras al hotel te puedes dar cuenta que tuvo su época de gloria y esplendor pero que ha ido perdiendo su brillo hasta convertirse en lo que es ahora: un hotel viejo, oscuro y olvidado. Sin embargo, algo queda de su encanto señorial.
LO BUENO…
Si llegas al centro de Cracovia en tren lo tienes muy fácil puesto que el hotel está a tan sólo unos cuantos metros de la estación de tren y por ende en una zona muy céntrica de la ciudad.
Las habitaciones son muy amplias al igual que los baños y con grandes ventanales que dan hacia la calle y zonas verdes de los alrededores.
Tienes la posibilidad de reservar en el mismo hotel todas las excursiones y paseos que se pueden hacer en la ciudad, incluido el tour a Auschwitz. También hacen cambio de divisas.
El desayuno es poco pero bien.
El restaurante sirve platos típicos polacos muy ricos, buena opción para una cena tranquila en el hotel.
LO MALO…
La atención del personal de recepción es muy fría y distante, olvídate de sonrisas y de que te miren a la cara.
La calefacción es central y a pesar de que afuera hacían -27 grados, dentro, en las habitaciones nos moríamos de calor.
Es un poco ruidoso, cada vez que pasa el tranvía puedes notar como vibran las ventanas y el suelo.
El mobiliario es muy antiguo y la ropa de cama así como las toallas deben ser renovadas. La moqueta asquerosa.
DATO A TOMAR EN CUENTA…
Leyendo otras críticas me he dado cuenta que yo NO he sido el único que han intentado timar en el check-out. El recepcionista quería cobrarnos un monto mucho mayor al que yo había obtenido en booking.com y al yo contradecirle me miró con cara de incrédulo, como si yo le estuviese mintiendo. Al final tuve que enseñarle los detalles de la reserva y asunto resuelto. ¡De muy mal gusto!.
CONCLUSIÓN…
No está del todo mal si buscas algo económico y céntrico pero definitivamente no es un hotel para repetir.