Nos alojamos en enero 2015 durante una quincena. Nos dieron una habitación soleada y segura, pero extremadamente pequeña para ser triple y habitarla por quince días. El baño, muy pero muy pequeño, mal iluminado. Tanto que mi esposo adquirió bombitas de luz de más potencia para mejorar un poco tanta penumbra.
El desayuno, escaso pero sabroso.
El mayor problema: al estar ubicada la habitación pegada a la recepción, los ruidos de entrada y salida de pasajeros, gente que consultaba disponibilidad de habitación, traslados de equipaje, etc. impedían el descanso. Hasta la charla infaltable con los proveedores que acudían bien temprano en la mañana. Portazos y otras molestias.
Muy buena la señal wi-fi.
La vista desde el desayunador, espectacular. Permiten utilizar el espacio incluso para otros momentos del día. Lo desagradable: el personal del hotel que subía para controlar cuántas luces estábamos empleando, si hacíamos uso de la heladera, de la pileta para lavar platos, etc.
Un control permanente sumado a los intensos ruidos, que impide relajarse y distenderse cuando uno va a descansar en familia.