Mi marido y yo nos mostrábamos escépticos, ya que las críticas anteriores de Trip Advisor eran un poco diversas. Sin embargo, un amigo local nos recomendó el Hotel Congress como la “experiencia consumada de Tucson”. Diré que tenían razón por lo que al dinero respecta. Nos encantaron todos y cada unos de los aspectos de nuestra estancia. Un caballero amable nos registró, nos informó de la música que había por la noche en el Club Congress y nos explicó que la vieja centralita de la recepción aún está en uso. Subimos a nuestra habitación y nos pareció que habíamos retrocedido en el tiempo. Muebles antiguos y colchas “chenille”, de las que se encuentran en una visita a casa de la abuela. Estad prevenidos: no hay televisores en la habitación, pero esto solo añadió a nuestra sensación de estar en otro tiempo, otro lugar … (Nota: si tenéis que ver vuestros programas televisivos favoritos, tienen una gran pantalla plana en la sala de huéspedes, además de un ordenador con Internet gratis. Admito que comprobé mi correo …).
Decidimos probar el restaurante del hotel, el Cup Café, para cenar, y nos encantó el ambiente relajado, pero elegante. Mi marido recomienda encarecidamente el confite de pato y yo os digo que os aseguréis de dejar espacio para el postre. Nos gustó tanto que a la mañana siguiente desayunos allí – también fue excelente.
Después de cenar, cruzamos el vestíbulo hasta el Club y tuvimos entrada gratis, ya que éramos “huéspedes del hotel”. Vimos a algunos músicos famosos locales tocar en el magnífico escenario – tan teatral, con su cortina de terciopelo rojo y estructura de metal intrincada. Tenéis que verlo.
La mañana siguiente, pedimos sugerencias sobre qué ver y la mujer joven de recepción – debe de ser natural de Tucson – nos dio información e indicaciones de forma entusiasta sobre sus cosas favoritar por hacer. Vimos el Desert Museum, que es una de las atracciones más famosas, y también nos hizo ir a algunos sitios de los que no habíamos oído hablar: el Santuario El Tiradito, algunas galerías maravillosas cercanas, y el cañón Sabino (precioso, ¡no os lo perdáis!). Nos alojamos dos noches, pero ojalá nos hubiéramos quedado más. Fue una presentación maravillosa a Tucson. Muy recomendado. ¡Volveremos!