A una media hora de Medellín, en una escarpada ladera se encuentra este negocio familiar que completa sus ingresos con estas visitas turísticas.
En nuestro caso nos atendió fenomenalmente Mateo, miembro de la cuarta generación.
Tras recibir con un vaso de guandolo y equiparnos con botas, poncho y sombrero, nos explicaron la técnica del cultivo del café y su recolección, de forma práctica, para pasar después a una explicación barista de los diferentes modos de preparar un buen café. Muy detallada, esta parte fue también muy interesante. Para terminar, comida incluida de “fiambre” que era la comida antigua de los recolectores , con chorizo, huevo cocido, patacon, plátano, arroz y carne desmigada envuelto en hoja de banano; francamente bueno. Tienen una pequeña tienda de venta de café de elaboración propia, y otros recuerdos. En la misma plantación, y además de café, hay caña de azúcar, yuca y café, entre otros. Vistas impresionantes hacia el valle. Acceso con cierta complejidad si conoces la zona. En mi opinión, una de las mejores opciones de la zona. En nuestro caso después de comer hicimos un segundo tour, esta vez de elaboración de panela, igual de interesante, y que cuento en otra entrada.