Andaba con la posibilidad de dos días inhábiles y un muy pequeño capital, cuando supe de la existencia de este hotel a través del blog “El camino más corto” —de la española Sandra Salvadó—, que indicaba que si querías estar en la zona de Playa Maroma “a un precio menor”, valía la pena escoger este hotel. Buscando más información, entré a Trip Advisor y leí los comentarios de los miembros que se han hospedado allí. Todos hablaban de las bondades del hotel y de su maravilloso Club de Playa. Ante esta perspectiva informativa, ingresé a la página donde suele realizar mis reservaciones —Booking—, y leí lo que decía del lugar: “El Eco Boutique Hotel Amarte ofrece un restaurante a la carta y una zona de playa privada a 2 km.” [Cita tomada el 14 de mayo de 2018]
Se me hizo perfecto, ya que deseaba volver a visitar playa Maroma que conocí hace cuatro años cuando me hospedé en el Secrets Maroma.
Teniendo toda esta información, procedí a realizar la reservación sin mayores contratiempos, aunque me sorprendió que el Hotel Amarte cobrará INMEDIATAMENTE las dos noches y no me permitiera un tiempo de cancelación, como suele suceder casi siempre en las reservaciones realizadas en Booking.
Unas horas después recibí un muy amable email del Hotel donde me indicaban sus características y los detalles de mi reservación. Excelente. Aproveché el contacto para preguntar sobre algunas particularidades del cuarto y sobre el Club de Playa. La respuesta me dejó anonadado: “El Hotel Amarte no cuenta con playa sin embargo el restaurante PAVO REAL que es del mismo grupo cuenta con ella, para ir debemos hacer una reservación antes o en el momento preguntar si tienen disponibilidad y sería bajo un consumo mínimo de $500 pesos por persona que se paga en la entrada, el horario de la playa es de 8:00am a 4:30pm y por el traslado no se preocupe ya que contamos con trasporte sin costo para ustedes.”
El Hotel NO TIENE Club de Playa y hospedarse en él no proporciona NINGÚN acceso a Playa Maroma. No me lo podía creer, ya que toda la información indicaba que a través del hotel podría acceder a la playa. Lo peor es que no podía cancelar la reservación porque ya había sido cobrada.
La opción del restaurante no se me hizo adecuada, ya que pagar 500 pesos de consumo por persona — 25 dólares— es una cantidad muy elevada cuando lo que únicamente quería era bañarme en el mar y caminar por la playa. Déjeme explicarle algo: Por ley, en México, las playas son Propiedad Federal, de la Nación, y desde donde rompe al mar hasta 50 metros tierra adentro, pertenecen al país [Si usted construye dentro de esa franja o el mar gana terreno, debe pagar a la Federación un oneroso impuesto]. En pocas palabras, no deben existir playas privadas en México. Son públicas y gratuitas. Pero como toda Ley, tiene su trampa. La playa es pública pero el acceso a la misma resulta ser privado, por lo que Sí le pueden cobrar por pasar a través de sus propiedades.
En fin, pensando en que habría alguna otra oportunidad de entrar a la playa, decidí no perder la reservación —y mi dinero— y fui al hotel. Me recibieron amablemente, me hicieron firmar un reglamento del hotel — algo inusual para mí— y sin mayores explicaciones me llevaron al cuarto.
El cuarto tiene dos camas, una mesa, closet, meseta, un baño con regadera, lavabo y servicio sanitario, una mini salita de lectura, ventana, terraza techada con una palapa y hamaca, y está rodeado de un hermoso jardín. Cuenta con un refrigerador pequeño, cafetera, plancha, secadora de pelo, paraguas, vasos, dos tazas, 3 botellitas de agua y un kit para la cafetera que incluye: dos cucharas, bolsitas de endulzantes, 4 paquetes de tés, y un sobre de café soluble.
Tiene un aire acondicionado de ventana —que no es el más ecológico ni el más silencioso aunque otros cuartos sí tenían Minisplits— y dispone de un ventilador de techo. Aunque posee una ventana que da al jardín, no se produce ventilación cruzada porque no hay otra, por lo que no queda de otra que mantener al aire acondicionado encendido en tanto se está en el cuarto. También tiene WiFi gratuito con excelente señal. De hecho, el aparato está en el buró justo en medio de las dos camas. Las dos camas están bien pero algo duras para mi gusto, al igual que las almohadas. De amenidades dan: tres jaboncitos y dos botellitas de shampoo.
El primer inconveniente con el que nos topamos fue que la piscina principal estaba en reparación —lo que quitaba gran parte de su atractivo al hotel— a lo que hay que sumarle también el paso constante de trabajadores por los jardines. Hay otra piscina —que se supone es del Spa—, y tuvimos que recurrir al encargado de la recepción para que nos indicara cómo ingresar a ella, ya que la puerta estaba cerrada con llave y el ingreso era por una muy discreta puerta trasera, de servicio [Después dejarían la puerta de acceso sin llave]. El encargado se disculpó por el inconveniente de la piscina en reparación, pero no puedo dejar de preguntarme el por qué no tuvieron la amabilidad de informármelo antes.
El segundo inconveniente fue que el hotel parecía estar en mantenimiento. Había trabajadores pasando de un lado a otro y —para colmo— fumigaron el hotel completamente por la mañana del segundo día de nuestra estadía. Consideré que únicamente estarían fumigando el jardín, por aquello de los mosquitos, pero una trabajadora llegó con el fumigador y me pidió —muy amablemente—permiso para fumigar el cuarto donde estaba en ese momento. Bastante sorprendido me negué, indicando que era sensible a los químicos tóxicos de la fumigación [Conozco el caso verídico de huéspedes que han muerto por una mala fumigación en un hotel de mi tierra]. Me pregunto qué tan saludable es fumigar un Hotel con todo y huéspedes. Seguramente me indicarán que los químicos son orgánicos y amigables con el ambiente. Honestamente no deseo averiguarlo.
El tercer inconveniente fue la playa. Preguntamos por alguna forma de poder ir a la playa y el empleado nos reiteró que el hotel no tenía acceso a la playa y la única manera era a través del restaurante con su consumo mínimo. Hasta nos ponderó lo conveniente que era dicha opción ya que no cobraban el acceso a la playa —como otros hoteles hacen—, sino únicamente el consumo del restaurante. Le comenté que solamente queríamos bañarnos en el mar, pero me dijo que no había ninguna otra opción. Me explicó que desde el 1º de marzo de 2018 el hotel ya no contaba con el club de playa y que se lo habían dicho a todo el mundo, inclusive a Booking [Pues no se enteraron porque siguen diciendo que “El Eco Boutique Hotel Amarte ofrece un restaurante a la carta y una zona de playa privada a 2 km”.]
Como recurso último, optamos por seguir los senderos para ver si era posible al menos ver el mar. No, no es posible. Llegamos al hotel Kin Sol Solei y al Belmond Marona, pero simplemente no hay paso a la playa. Imposible. Preguntamos en la caseta de vigilancia y una vigilante —muy tajantemente— nos informó que la única forma de ingresar a la playa era a través de los hoteles. Como le dije: la playa es gratuita pero el acceso No.
El cuarto inconveniente fue la falta de infraestructuras de entretenimiento —por las reparaciones— Además, no hay televisión en los cuartos, lo que puede ser bueno cuando hay otras actividades por hacer. Aunque fui preparado con material de lectura, la ausencia de una buena piscina y una cama cómoda, no ayudaron. Sin embargo, cuenta con una sala de entretenimiento que llaman “Family Room”, donde tienen muchas sillas, mesas, un futbolito, una mesa de hockey —que no funciona bien—, libros en inglés y un área de cine que es una televisión de pantalla grande con Sky, y a donde tuvimos que acudir para entretenernos un poco.
El quinto inconveniente fue la falta de supervisión. Decidimos ir a la piscina del Spa por la tarde —tiene un horario de 9 a 21 horas y aunque la limpiaban se veía siempre sucia de hojas—, y nos encontramos con que un grupo de cinco huéspedes decidieron “pasarla bien” armando su propia diversión —llevaron sus cervezas, botanas y música—. Al principio no hubo problema, pero conforme la ingesta de alcohol prosiguió, optamos por retirarnos. La firma del reglamento del hotel vale nada cuando no existe personal que supervise las áreas comunes [Está prohíbo bañarse en la piscina alcoholizado]. En fin.
Tuvimos que reportar a la recepción que el cuarto adjunto al nuestro tenía las luces y el aire acondicionado encendidos —desde temprano— aunque no estaba ocupado por ningún huésped. ¿No es un hotel eclógico? ¿Por qué dejan todo funcionando? Hicieron caso y enviaron a alguien para apagarlo.
El Hotel tiene un muy buen restaurante —Burger Stop—, donde se come bastante bien. Personal muy amables y porciones bastante grandes. Aunque muchos huéspedes tenían el desayuno incluido, no fue nuestro caso por razones que ignoro. Seguramente me dirán que porque el precio que me dieron era de oferta ¿no?
Detrás del restaurante está una maravillosa tiendita llamada “Go Banana”, donde se puede encontrar de todo a un precio razonable, desde refrescos, hasta atún enlatado, artículos de limpieza y comida económica. El lugar es muy visitado por trabajadores, taxistas, guías y uno que otro turista. Venden un pan dulce exquisito —los roles de canela son de antología—. De lo mejor.
El hotel tiene dos perros muy nobles y cuatro gatos algo jorobones pero lindos [Tienen su casita y agua y alimento]. Los jardines son muy hermosos y están muy bien cuidados.
El río de autos que pasan por la carreta Playa del Carmen-Cancún —a menos de veinte metros del hotel— se escuchan como pista de aterrizaje de aeropuerto, pero una vez que se entra al cuarto y se enciende el aire acondicionado, no se oye nada.
El personal del hotel es bastante amable —no lo negaré— y en general se portaron bien. Destacó la amabilidad de las dos meseras del restaurante —una de ellas de muy dulce sonrisa— y los humildes y muy amables empleados de la tiendita, la que visité con frecuencia fascinado por el pan. Lo mejor del cuarto fue la cafetera, que me permitió hacerme buenos Tés y uno que otro café soluble.
Me siento muy defraudado. No sé si me engañé a mí mismo con los datos que obtuve a través de Trip Advisor y Booking, si el hotel actuó de mala fe o simplemente fue un cúmulo de terribles casualidades que echaron a perder este breve tiempo que había separado para descansar. El hotel no fue lo que esperaba ni la pasé lo bien que había pensado. Es primera vez que deseo regresar de un viaje cuando este aún no ha terminado, y es la primera vez que regreso más estresado de lo que me fui.
El hotel es bueno en general si lo que se está buscando es una base para realizar excursiones en la Riviera Maya o un lugar donde descansar un día. Pero NO ES UN HOTEL DE PLAYA y el hecho de estar en la zona de playa Maroma no le da ningún acceso a ella. Debí haber visitado el hotel antes del 1º de marzo. Después, reservé un espejismo.
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