Fecha de estancia: Marzo de 2023 (Téngase en cuenta que la presente valoración se realiza por comparación con las estancias anteriores en el mismo hotel) Esta era nuestra novena estancia en este hotel, la primera con nuestros dos hijos de 4 y 7 años. Inicialmente nos alojaron en la habitación 5007 de la parte del complejo correspondiente al Kantenah. A mitad de estancia nos cambiaron a la 2027 de la parte del Colonial, tras solicitarlo por nuestra parte para estar mejor situados cerca de las zonas más relevantes para los niños. Las habitaciones de estas zonas del hotel nos han parecido sustancialmente inferiores a las del White Sand y a las del antiguo Riviera (reconvertido en la actualidad en parte de la zona Royal - TRS). Nuestra valoración global de la estancia es que sigue siendo un gran hotel pero que, respecto a visitas anteriores, no ha mejorado, sino que ha bajado sustancialmente la calidad, y ha aumentado el precio más de lo esperado, por lo que la relación calidad/precio ha descendido considerablemente. Enumero a continuación algunos ejemplos de esta bajada de calidad. En anteriores estancias se nos ofrecía una carta de almohadas para la habitación. En esta ocasión no sólo no existía, sino que las almohadas que había en las habitaciones eran más unos cojines (incomodos, pequeños y escasos) que unas almohadas como tal (véase foto adjunta). Tras varias conversaciones con el personal encargado de la habitación no conseguimos que nos trajeran almohadas en condiciones, a pesar de pedirlo expresamente en varias ocasiones. Consideramos que en este tipo de complejos debe primarse y cuidarse al máximo el descanso de los clientes, y este tipo de detalles no ayuda a ello. En los bufets creemos que ha bajado la variedad. Echamos en falta zumos y batidos elaborados en el momento que antaño le daba un plus de calidad a los desayunos. En las comidas y cenas, en la parte de la parrilla siempre había el mismo tipo de carne/pescado: hamburguesas, arrachera, pollo, atún y mai mai. En estancias anteriores, era raro el día en el que se repitiera el tipo de carne/pescado en la parrilla. En el Spa, la mitad de las instalaciones (y superficie) del mismo se encontraban cerradas al público. Recordamos cuando años anteriores el acceso al Spa (con todas sus instalaciones disponibles) era gratuito o a precio simbólico (7$/día). Actualmente no merece la pena abonar los 50$ que piden para un acceso diario. Hemos notado una menor amabilidad del personal del servicio. Incluso fuimos testigos de varias conversaciones sobre el descontento del personal del hotel en relación a sus condiciones laborales (retraso en pagos, ofrecimiento de refuerzo de personal para eventos concretos que no se abonaban o se abonaban tarde…), lo que redunda, con honradas excepciones, en desmotivación que afecta a la atención al cliente. Desconocemos si esta bajada de calidad en el complejo en general se debe a que se encuentran centrados en la exclusividad de la zona royal (TRS Yucatán). Ello no sería del todo acertado ya que estarían perjudicando al turismo familiar con niños que podrían permitirse ese servicio premium pero que tienen vetado su acceso a la zona Royal al ser “only adult”. Las familias deben conformarme con el resto del complejo, cuya relación calidad/precio ha bajado considerablemente respecto a visitas anteriores. Un ejemplo de esta prioridad a lo “royal” la sufrimos para nuestra sorpresa en el servicio del barco que pasea por las lagunas entre complejos. En estancias anteriores disfrutamos de este paseo en varias ocasiones, y el servicio estaba abierto también para las familias con niños (los niños disfrutaban realmente de esta atracción). En esta ocasión, cuando fuimos a coger el barco se nos informó de que sólo estaba disponible para los clientes alojados en Royal y que el resto de clientes no podían subir al mismo, ni siquiera pagando por ello. Ello supuso una gran desilusión para nuestros hijos, a los que les habíamos hablado de la experiencia antes de llegar al complejo. La aplicación para la reserva de restaurantes tiene margen de mejora. A nosotros no nos dejaba reservar para 4 personas (2 adultos y 2 niños). A nuestro hijo se le perdió un pequeño avión de juguete al que le tenía mucho cariño. El personal de la piscina nos indicó que lo habían encontrado y que lo habían llevado a objetos perdidos. Sin embargo, en “objetos perdidos” nos dijeron que no les habían llevado nada con esas características. A los que hemos repetido en este hotel un número determinado de veces, se nos asigna una pulsera “plus” que incluye algunas ventajas. Por ejemplo, en estancias anteriores, este tipo de pulsera de repetidor nos permitía el acceso gratuito al spa. En esta ocasión, nos dieron la pulsera, a la par que nos informaban de que la política de fidelidad iba a cambiar, desapareciendo las pulseras de repetidores, sustituyéndose por una política de puntos en función de los gastos en la cadena Palladium, perdiéndose toda “antigüedad” que se tuviera hasta la fecha. Creo que en este sentido la cadena se equivoca, no sólo porque perjudica sustancialmente a sus “fieles” sino que en nuestro caso, al contratar el viaje con touroperador en lugar de directamente con Palladium nos será más complicado acumular de nuevos esos puntos que nos correspondería por nuestras múltiples estancias anteriores. En esta estancia en particular, ya empezamos a notar el cambio (para mal), ya que, por ejemplo, con esta pulsera no se nos permitía acceder al Spa como en ocasiones anteriores, por lo que llegamos a la conclusión de que no nos ha supuesto ninguna ventaja en este viaje (ni parece que vayamos a tenerla en estancias posteriores viendo el cambio de política de fidelidad). Nos dio mucha pena la playa, que era uno de los puntos fuertes del hotel. El sargazo sólo nos permitió hacer uso de la misma una mañana durante un rato. Si es cierto que el personal del hotel se esfuerza en mantenerla limpia con varias batidas diarias, pero en este sentido es complicado luchar contra la naturaleza. No dejarse guiar por las fotos de playas paradisiacas, ya que no se ajustan a la realidad actual (adjunto foto). Aparte de todo lo anterior, si no gustaría destacar aspectos positivos de esta última estancia: el personal de recepción que nos atendió de forma personalizada (Humberto y Paola), las actividades de la piscina para los niños (toboganes, motos de agua hinchables, yincana acuática…), y el entorno natural con todo tipo de animalitos (mapaches, cohatíes, lagartos,…) que hacen las delicias de los pequeños. Conclusión: Buen hotel, pero que ha bajado considerablemente su relación calidad/precio respecto a estancias anteriores. Hasta ahora cada vez que íbamos a Riviera Maya reservábamos el Palladium sin pensarlo dada su inmejorable relación calidad/precio, pero tras esta última experiencia, en futuras visitas, valoraremos otras opciones de alojamiento.…
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