Estancia incomoda debido a la falta de empatía de la dueña. Cero amabilidad y orientación al cliente. Todo eran pegas y correcciones. Buscábamos unos días en familia sin grandes pretensiones, descanso y tranquilidad.
La PEOR EXPERIENCIA que hemos tenido como turistas (y mira que conocemos hoteles) y esta vez viajando con nuestros hijos si que me ha molestado, así que he decidido contar apartes de nuestra experiencia en este hotel. Si no queréis encontraros con una persona diciéndole a tu hijo "no grites" (mientras juega en el jardín...si, si en el jardín!), "estás muy protestona" (pq no le gusta algo del desayuno), "no camines por el suelo que acabo de limpiar", "no saques los juguetes del cuarto de juegos", o diciéndote a ti "el bebé va a vomitar y el sofá se irá -al trasto- (por normativa de trip, como es comprensible, no se me permite escribir la expresión ofensiva utilizada por la propietaria del hotel)" "es que llevas a ese bebe todo el día en brazos" pues nada, NO VAYÁIS A ESTE SITIO. La casa muy bonita y los jardines preciosos! pero encontrarse a cada instante con la persona que dirige/propietaria de este sitio (Marga) se convirtió en algo desagradable, terminé harta de sus comentarios. Por momentos me sentía como una invitada fastidiando en casa ajena, ah! pero luego recordaba que había pagado 168€/noche! para toparme con una extraña opinando sobre cada movimiento de mis hijos y sobre mis métodos de crianza. Repito lo que ya le dije a Marga personalmente, es una persona entrometida que debería ocuparse mas de sus asuntos, limitarse a prestar un servicio y no meterse en la vida de sus clientes. Y si tanto le fastidian los niños pequeños, pues eso se soluciona poniendo una restricción sobre su acceso, que no vale con poner un cuartito de juegos. Hoteles bonitos abundan en el mundo, pero el buen trato no tiene precio.…
Un lugar con encanto, acogedor y familiar. La habitación un disfrute tanto por la comodidad, como por el buen gusto y las vistas a la playa de Oyambre. Los desayunos impresionantes, todo buenísimo y casero. Bien situado cerca de Comillas, Altamira, El soplao,... Quedaron muchos lugares por visitar, para volver.
Estuvimos cuatro días y la verdad, es que no fue una buena experiencia. La casa es bonita aunque necesita mantenimiento (pintura de las paredes, cuadros descoloridos, el baño para reformar y con cortina de ducha...) El entorno y el jardín son preciosos. La atención bastante buena aunque un poco charlatana en general. De tranquilidad poco, había bastante ruido producido por la propia familia que regenta la casa y sus amigos. Eran fiestas locales y organizaron varias comidas y cenas de amigos y familiares (la cena de unos 20 veinteañeros) Hacía calor, teníamos que tener las ventanas de la habitación abiertas y era inevitable oír todo, oírles hablar, subir y bajar las escaleras etc.. Es cierto que terminaron relativamente pronto ( 12:00) pero no me parece de recibo. Y a las 6:00 estaban subiendo las escaleras de madera (más ruido) porque volvían de la juerga... Al día siguiente comida familiar..... El desayuno es malo. Malísimo el café, embutido de muy escasa calidad, pan malo y fruta racionada. No vale el precio que cobran. Además, excesivamente tarde, a las 9:00. Estamos hablando de un establecimiento más de 100€/ habitación, merece mucho más confort y mimo…
Acababa de salir del hospital y necesitaba alejarme de todo y tratar de recuperar el aliento; encontré mucha tranquilidad tanto de día como de noche, un servicio correcto buenos sitios para pasear con magníficas vistas y un excelente desayuno para empezar cada día....!
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