En medio de un mosaico de playas de arena mediterráneas, marismas saladas y lagunas costeras llenas de flamencos, la ciudad rodeada de agua de Le Grau-du-Roi es la puerta de entrada a la Camarga. En la ciudad, los viajeros podrán visitar el puerto pesquero bordeado de palmeras, donde hay cafeterías y restaurantes a la orilla del mar.

Montpellier es una ciudad moderna en muchos aspectos, muy conocida por sus calles jalonadas por tiendas de prestigio y numerosos restaurantes de calidad. Cuenta con su propio aeropuerto, cosa que favorece que esté muy concurrida en los meses veraniegos, aunque el resto del año sea bastante tranquila. Coge el coche y visita las playas de la costa sur o móntate en el tranvía para visitar el casco urbano.

El pasado histórico de Nimes, que supo ser una de las grandes ciudades romanas, es el centro de atención en esta ciudad moderna, con ruinas antiguas, monumentos medievales y museos arqueológicos, todos presididos por un anfiteatro romano sorprendentemente bien conservado.

Con sus fortalezas medievales, sus acueductos romanos, su costa mediterránea, sus infinitos viñedos y sus extensos parques nacionales, un visitante podría pasarse la vida entera explorando el soleado Languedoc-Rousillon. Situado en la frontera geográfica entre la península Ibérica y el resto de Europa, las ciudades y pueblos de la región, incluidos los bonitos Carcassonne, Nimes y Montpellier, están conectados por caminos tanto antiguos como nuevos. Haz senderismo por Via Domitia, una carretera romana, o alquila un barco para hacer una excursión por el Canal du Midi.

Trysil, sede de la primera competición mundial de esquí en 1855, es el destino más famoso de esquí de Noruega, con sus 65 pintorescas pistas de todos los tipos en la montaña Trysilfjellet, cerca de la frontera sueca. Para los auténticos temerarios, Høgegga con sus 1.280 m y su manto de hielo, ofrece una serie de pistas negras que te acelerarán las pulsaciones.