Aunque las playas rocosas de Salina se deben a su naturaleza volcánica, la isla no podría ser más tranquila. Piensa en granjas de olivas, piensa en alcaparras, piensa en los árboles de los cuentos cargados de grandes higos y cítricos. Salina está llena de manjares naturales de lo más dulce y salado, que son todo un regalo para el paladar. Riega las comidas con un sorbo de los vinos de postre de Malvasía característicos de la isla. Cuando el estómago te pida un descanso, explora los caminos de piedra, las playas de guijarros y los volcanes gemelos de Salina, que llevan 13 000 años inactivos.