Como centro del transporte, Frankfurt está acostumbrada a la gente que va y viene. Para aquellos que desean parar y quedarse un rato, hay muchas cosas para ver y hacer en esta ciudad alemana de 2,000 años de edad. La catedral gótica de San Bartolomé es una estructura perseverante, que fue destruida y reconstruida dos veces desde su construcción en el siglo XIV. Mira una proyección en el Museo Alemán de Cine, camina por las salas de exposición de una de las tantas galerías de Frankfurt o subí hasta el último piso del rascacielos Main Tower para disfrutar de amplias vistas de 360 grados de la ciudad.

Roma tampoco se puede recorrer en un día. La ciudad parece una gran sala de exposición de un museo gigante al aire libre, un collage de plazas auténtico, mercados abiertos y sitios históricos alucinantes. Tira una moneda en la Fontana di Trevi, quédate con la boca abierta en el Coliseo y el Panteón, y recarga tu energía con un capuchino para pasar una tarde de compras en el Campo de’Fiori o Via Veneto. Zambúllete en un plato de pasta fresca, algunos suculentos alcauciles fritos o un tierno guiso de rabo de buey para disfrutar de las mejores comidas de tu vida.

Quebec puede ser la única ciudad fortificada al norte de México, pero espera con brazos abiertos a los visitantes. Explora la ciudadela, donde posiblemente encuentres a las tropas canadienses haciendo una ceremonia militar. En cuanto a la comida, podrías disfrutar de un té por la tarde en el Chateau Frontenac o hacer como los lugareños y comprarte poutine al paso: papas fritas con requesón y salsa de carne.

Conquistar Nueva York en una visita es imposible. Por eso, visita lo imperdible: el edificio Empire State, la Estatua de la Libertad, el Central Park, el Museo de Arte Metropolitano; y luego explora lo menos conocido con visitas a The Cloisters o a una de las bibliotecas de la ciudad. Disfruta de las tiendas bohemias del West Village o la fina gastronomía del Upper West Side. El bullicioso mercado de la estación Grand Central te da un sabor literal de lo mejor que la ciudad tiene para ofrecer.

Se dice que Toronto es “Nueva York administrada por los suizos”, y es verdad: puedes encontrar teatros, tiendas y restaurantes de primer nivel, pero las aceras están limpias y la gente es amable. El mejor lugar para empezar es, literalmente, desde arriba: la Torre CN, la estructura sin apoyo más alta del hemisferio occidental.

Las orillas del lago Ginebra han atraído a visitantes e invasores desde hace milenios. La alegre ciudad de Ginebra se encuentra en la orilla occidental del lago, rodeada por el marco incomparable que constituyen las majestuosas cimas cubiertas de nieve. La ciudad resulta perfecta para recorrerla a pie; si desea explorarla más a fondo, alquile una bicicleta. El colofón de cualquier itinerario debería ser la visita de la orilla del lago y su famoso surtidor, el reloj floral del Jardín Inglés, la catedral de San Pedro, el Muro de la Reforma, la Place Neuve y la sede de las Naciones Unidas.

Con su ubicación perfecta junto a un lago y los Alpes de fondo, la afortunada ciudad de Lugano aglutina un poco de todo. Asciende al monte San Salvatore o al monte Bre en funicular para disfrutar de vistas panorámicas del lago, los ríos, las montañas y los tejados rojizos bañados por el sol. Adéntrate en la ciudad y visita sus iglesias, sus catedrales y su expresiva y colorida Piazza della Riforma. Degusta algún plato típico cocinado a fuego lento, navega en barco por el lago o pasa el día bañándote en la piscina olímpica del puerto.

Brujas es un tesoro de maravillas históricas, arquitectónicas y artísticas. Los museos están llenos de la obra de artistas flamencos antiguos y contemporáneos. Nombrada Patrimonio Mundial por la UNESCO, en el centro de la ciudad encontrarás abadías y casas del siglo XV, como Hof Bladelin, que se ha conservado de una forma increíble. Antaño un centro de fabricación de relojes, en el siglo XIII, Brugge (Brujas) puede que se haya convertido en uno de los principales destinos elegidos por los turistas, pero su riqueza de canales por los que pasear y ornamentadas casas, además del encanto medieval de la ciudad, no se han perdido. Las calles peatonales del centro histórico se encumbran en agujas y florituras góticas.

Codiciada por imperios y repúblicas a lo largo de toda su historia, Innsbruck fue sede de la corte imperial de Maximiliano I a finales del siglo XV. Con el tranvía, los desplazamientos por la ciudad son rápidos, eficaces y baratos. Explore la historia de la capital del Tirol visitando el castillo del siglo X Schloss Ambras, del archiduque Fernando II, el Museo de Arte Popular Tirolés, el imponente palacio Imperial del siglo XV y el famoso tejado dorado de Maximiliano I. Innsbruck, una de las ciudades más idílicas de Europa, está enclavada en el corazón de los Alpes.