Verbier no es la ciudad con más encanto de suiza, pero los aficionados al esquí perdonan la fealdad de su arquitectura a cambio de sus magníficas laderas que atraen a deportistas de talla internacional. En el mes de marzo, en este lugar se celebra la competición de snowboard llamada Xtreme Freeride Snowboarding. Para los principiantes será difícil encontrar pistas adecuadas a su nivel, pero la variedad de pistas rojas y negras colmará los deseos de los esquiadores avanzados. El tiempo de espera es ahora menor gracias a las nuevas cabinas. Otras opciones para los que buscan emociones todavía más fuertes son el snowboard, el ala delta, el esquí con paracaídas, el heli-ski y el trineo.

Saint-Malo, aunque se construyó originalmente para hacer de ciudadela amurallada que vigilase la desembocadura del río Rance, albergó durante siglos a temidos piratas. No obstante todos son ya meros espíritus de los mares y la ciudad es ahora la más visitada de Bretaña. Pasea por las bulliciosas calles del casco antiguo reconstruido y por las enormes playas, y que no se te olvide hacer una parada en la Grande Porte, Port St-Vincent, el castillo de la ciudad, que alberga el Musée de la Ville y el Grand Aquarium.

Es posible que Galípoli sea más conocida por su historia de épocas de guerra, pero la fortaleza de Apulia retiene el encanto del sur de Italia. Coloridos botes pesqueros se disparan desde los antiguos muros de la ciudad, mientras que las resistentes iglesias de piedra miran de cerca a un puente medieval que se dirige al puerto de la parte continental.

Bialystok, pequeña pero con un gran atractivo, es una preciosa ciudad polaca. Visita el impresionante Palacio Branicki, admira la belleza de la arquitectura decimonónica de la calle Warszawska o sigue la histórica ruta del Jewish Heritage Trail. Toda la familia disfrutará con las representaciones del Teatro de títeres de Bialystok y de una deliciosa comida en uno de los típicos “bares de leche”.