Volando con Volaris fue una pesadilla de principio a fin. Desde el momento en que reservé mi boleto, comenzaron los problemas. Su página web es un desastre lleno de fallos, lo que hizo que el proceso de compra fuera innecesariamente estresante. Después de finalmente lograr hacer la reserva, me bombardeaban con ventas adicionales por cosas básicas como la selección de asiento y el equipaje de mano—¿en serio, cobran hasta por un bolso?
En el aeropuerto, la fila de check-in avanzaba a un ritmo de tortuga, y el personal parecía completamente desinteresado en ayudar a los pasajeros. Cuando por fin llegué al mostrador, me dijeron que debía pagar una tarifa absurda por una maleta que claramente cumplía con los límites de tamaño y peso de la aerolínea. El vuelo fue aún peor: asientos incómodos, sin espacio para las piernas, sin entretenimiento a bordo, y ni siquiera una taza de agua gratis. La cabina parecía un sauna y el aire acondicionado apenas funcionaba.
¿Y para rematar? El vuelo se retrasó durante horas sin ninguna explicación ni actualización por parte de la aerolínea. Cuando finalmente abordamos, el avión olía horrible y la tripulación parecía más interesada en charlar entre ellos que en asegurar el bienestar o la seguridad de los pasajeros.
¿La guinda del pastel? Mi equipaje facturado se perdió, y su servicio de atención al cliente ha sido completamente inútil para ayudarme a recuperarlo. Han pasado semanas y todavía no tengo idea de dónde está mi maleta.
Ahórrate la pesadilla y vuela con cualquier otra aerolínea. ¡Volaris es una vergüenza para la industria de la aviación!