Lleguè por casualidad durante un viaje de negocios. Es un hotel pequeño y de nivel mas bien modesto, pero el ambiente creado por sus huéspedes internacionales le da un encanto muy lindo y un ritmo tranquilo que se agradece. Las habitaciones son pequeñas y tienen su cocineta (cocinetita) y una vista al mar muy hermosa. Se antoja para una escapada romántica de fin de semana largo. En el pueblo hay buenas opciones para desayunar o cenar (Rooster`s) y caminar por la placita es algo muy relajante. El hotel te presta una bicicleta para que vayas a donde necesites de compras o de paseo. Me encantò este lugar y lo recomiendo mucho, además es muy accesible en precio.