Hotel en el propio pueblo, tranquilo. La habitación que nos asignaron digna, amplia y sin lujos, bien por su precio. Con un balcón y su par de sillas, baño con bañera, y cama amplia y con ropa de cama muy agradable. Cogimos desayuno y resultó un acierto. Seguro que en alguna cafetería lo encuentras de precio similar, pero a nuestro entender el desayuno del hotel es más que digno (en contra de algunas opiniones que he podido leer por aquí).
Lo del código para la entrada es verdad, pero hay un par de teléfonos de contacto en un cartel en la puerta para quien pueda tener problemas con la tecnología mínima que implica tener que escribir una cifra de cuatro dígitos en un teclado. A cualquier hora del día o de la noche puedes acceder al hotel sin molestar a nadie, aunque entiendo que haya gente que pueda buscar un trato más personal (tal vez no sea su sitio).
Sandra, la mujer de la pareja propietaria (por lo que dedujimos) encantadora. Nos ofreció mucha información de la zona y fue amable y cercana. Como tenemos pensado volver en ocasiones por la zona, nos ofreció una especie de vale con descuentos del 50% al cabo de unas cuantas noches alojados, una "especie de premio a la fidelidad" que no se si acabaremos obteniendo, pero que puede que nos haga volver.
No suelo escribir comentarios, pero al leer opiniones tan negativas de algunas personas, he pensado que estaría bien poner la mía. Somos pareja sin hijos, mascotas y somos de fácil adaptación. Tal vez para gente con necesidades algo más especiales pueda no ser el lugar soñado, pero a nosotros nos ha parecido digno, limpio, asequible y bastante probablemente volveremos por la zona. Para comer/cenar, el restaurante Sarabia nos pareció todo un descubrimiento.