Cada año repetimos y sin buscar alternativas. La ubicación perfecta, las habitaciones acogedoras, camas super cómodas, y algunas habitaciones con pequeña cocina (si vas con niños es de agradecer). El ambiente del hotel es relajado y tranquilo y perfecto para que los pequeños corran libremente sin riesgos por el jardín. La piscina infinity, con vistas espectaculares al mar (recomendada la puesta de sol :-)). Tiene playa privada, que aunque es de rocas, cuando sube la marea es perfecta para dar una vuelta en kayak, o un paseo cuando la marea baja. Tiene un yoga studio super especial, y los masajes Thai yoga que da Eva, de lo mejor para relajarse. Tienes a tu disposición bicis, tablas de surf y los kayaks, sin alquiler, a disposición de los huéspedes, por si quieres darte un paseo hasta el pueblo o hasta la playa Estero (a esta puedes llegar a pie dando un pequeño paseo y sí es de arena, ideal para surfear). Si quieres hacer un tour a Coiba, puedes contratarlo directamente alli (pregunta por Oriel ;-)), te facilitan el traslado de ida y de regreso desde el hotel hasta el punto de salida. Sin dudarlo, repetiremos una vez más ;-). Solo un único inconveniente, reserva con tiempo porque las plazas son limitadas y vuelan.