Castillo rehabilitado como hotel. Es muy bonito y con encanto. Las habitaciones son pequeñitas pero monas, bien decoradas y con un buen baño con sus commodities correspondientes. El personal, tanto de la recepción como del comedor, es amable y servicial.
La nota desagradable la puso un grupo de españoles con niños que llegaron tarde y estuvieron molestando en el patio y en el pasillo.
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