El lugar es bonito. La atención en un principio exagerada. Pedimos una naranjada que al llegar no sabía a naranja. La regresamos. Cuando se la llevaron al bartender contesta a voz en cuello que sí sabe a naranja que qué más queremos que le ponga... al fin le pone más jugo y la regresa. Las entradas un queso asado que estaba bueno, unas mollejas muy buenas, pedimos más pan y no tenían. Hasta ahí pasó una hora y nunca llegaron los segundos. Incluso al principio le comenté en broma al mesero que no fueran a olvidar mi orden y pues finalmente la olvidaron. Tuve que pedir mi cuenta y dejar el lugar con medio servicio. El lugar estaba lleno, sin embargo no es disculpa para las actitudes del personal en un lugar que según es de lo mejor en la ciudad. Lástima.
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