Un lugar maravilloso en la Habana Vieja, no solo comimos deeeeeelicioso, si no que además Ariel fue el mejor anfitrión, enseñando a nuestros sobrinos a hacer mojitos sin alcohol, los hizo sentir felices, dedicándoles su tiempo y experiencia. La atención de Carlos fue extraordinaria también. La confianza y el cariño que sentimos en este lugar es único en el mundo!, si vistas la Habana, este es un lugar obligado!
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