Estuve cenando en este lugar con mi pareja, que es calabrés, y sin duda el mejor descubrimiento de la zona. El lugar es maravilloso, situado en una antigua torre aragonesa, con vistas a todo el pueblo de Torre Melissa y al mar, la iluminación y decoración del lugar es muy bonita.
El servicio de 10, muy atentos en todo momento, buen consejo de vino y del menú, muy educados y profesionales. Pedimos varios entrantes, cada cual más bueno que el anterior. Hicimos una selección de primeros de pasta rellena. La comida buenísima y original con excelente presentación. Para finalizar tomamos milhojas, sin duda las mejores que he comido nunca, rellenas de crema ricotta, realmente buenas. El precio mucho mejor de lo esperado tratándose de un lugar tan espectacular. Sin duda lo recomendaría.
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