La ubicación del hotel es insuperable, al centro de la Bahía de Acapulco que es espectacular. El hotel fue construido en los años 50's, por lo que se ve pasado de moda, pero tiene su encanto. Los baños de las habitaciones son feísimos (estuvimos en la 812), muebles percudidos, tapetes de tina con mucho tiempo de uso, hasta rotos están, baldosas del zoclo inexistentes y lo peor, el baño tiene un fuerte olor que en verdad requiere de una limpieza y desinfección profunda. El tamaño de la habitación, la vista y las camas OK. La comida es buena, sin ser espoectacular, por los precios creo que puede mejorar. El servicio en el restaurante es bueno, nos atendió Jan en restaurante para desayuno y Sergio en playa. Mención especial al salvavidas del hotel, Jesús Soberanis Layne, quien estaba muy atento a lo que pasaba en la zona de playa y a quien vimos salvar a un turista, quien junto con su hijo, estaban siendo arrastrados por la corriente del mar. Se acercó a nosottros para darnos recomendaciones y advertirnos de las condiciones del mar, que por cierto estaba en bandera roja, muy responsable y profesional. Si regresaría a este hotel, espero tener mejor suerte con las instalaciones del baño la próxima vez