En primer lugar entramos en un edificio de finales del siglo XIX que te deja con la boca abierta.
Te acompaña el botones hasta la terraza, a través de dos ascensores y tres niveles diferentes, para llegar a una terraza sobre la plaza de la Constitución, del Zócalo.
Vistas impresionantes, preferiblemente de noche.
Y ahí llega lo bueno.
Un servicio espectacular te ofrece una carta de producto nacional, con un toque distinto a lo que vemos en la zona del centro.
Los margaritas enormes y riquísimos.
El mezcal, de lujo.
Pero lo mejor, María y Fernando, Unos meseros fenomenales, con perfecto conocimiento de su oficio y del producto que nos ofrecen.
No dejen de tomar el mezcal “400 conejos”