Con una decoración mexicana moderna, es un lugar con detalles en cada rincón. Un hotel pequeño y cálido en la que solía ser una casona en pleno centro de san Miguel de Allende. Puede ser un oasis y con pequeños espacios para disfrutar de una copa, leer un libro y relajarse.
Las habitaciones son grandes y muy bien decoradas, con albornoces y cualquier cosa que puedes necesitar. El servicio es muy amable y personalizado. El desayuno es lo no tan bueno, fue lento y con muy pocas opciones.