Por fuera pareciera que se trata de cualquier hotel y hasta un poco aburrido, pero no; la realidad es que sorprende desde la fachada, tiene un marco hermoso en piedra en la puerta principal que representa a los principales pueblos de la Entidad. Al entrar a la recepción y al patio central, sorprende la bella decoración y el estilo virreinal, además del silencio absoluto que hay en el interior, así como el ambiente fresco y cálido. El pequeño ascensor hace que luzca más el patio y la decoración ya de por sí muy bella. El hotel boutique tiene tan solo 18 habitaciones, pequeñas, pero muy agradables y llevan los nombres de los principales municipios de Puebla. La habitación me hizo recordar mucho de mi infancia en medio de casonas y haciendas, haciendo que me enamorar nuevamente de la decoración clásica, solo que ahora adaptada a la vida actual y moderna, que dicho sea de paso, supieron hacerlo con clase, de tal forma que no rompe con la belleza del estilo arquitectónico. Las camas son muy cómodas y de verdad que se descansa muy bien y el baño aunque pequeño, tiene lo necesario para que la estancia sea muy agradable y por si fuera poco, dejan unas deliciosas amenidades para hacer de la estancia una mejor experiencia. El personal siempre muy educado y atento en todo lo que se pudiera ofrecer. El vallet siempre atento a las necesidades del huésped y sin importar horarios. La verdad es que me dejó un excelente sabor de boca, disfruté muchísimo de la estancia en tan bello hotel y con muchísimas ganas de regresar en mi próximo viaje a Puebla. Me dará mucho gusto volver a hospedarme en Casona María. Muchas gracias por fabricarme un bonito recuerdo de Puebla. Hasta pronto.