Estoy furioso, es la 1:30 de la mañana y no puedo dormir pese al hermoso lugar y la habitación con camas cómodas; ¿La causa? Permiten reuniones escandalosas en la zona del comedor pese a que lo rodean habitaciones; la nuestra está Justo arriba de la cocina y del mencionado comedor, es la más cara, una habitación familiar donde estoy con mi esposa y 3 hijos, el nombre de la suite recibe el jocoso nombre de “Armonía”. Ya van dos veces que llamo a recepción para que los callen y en lugar de mandarlos a sus habitaciones y pedirles que respeten, sólo los han movido un poco más lejos y se siguen escuchando las risas y voces alcoholizadas de una reunión que de entrada no debería existir al estar en pandemia. Ya es la 1:45 y sigue el ruido; hoy por cierto a las 7:00 nos despertaron golpes fuertes en la cocina, como golpes de madera contra el piso, reclamé y nadie lo aceptó pero prometieron que mañana no habrá ruido, bueno, al rato.
En verdad que exijo un reembolso parcial, algo que jamás había pedido, en verdad que no es de Dios; además presumen en sus redes sociales que tienen protocolos para prevenir COVID, lo cual es grotescamente falso y remitiéndome a lo que ofrecen les refuto: 1.- jamás nos tomaron la temperatura al llegar, 2.- no existe el arco sanitizador que presumen, 3.- las cocineras eluden el uso de cubrebocas, solo se lo colocaron cuando les tomé una fotografía mientras con sus manos sin guantes embolsaban los cubiertos en bolsas sin mantener el protocolo sanitario adecuado, 4.- la recepcionista de las 8 de la mañana del día Viernes 6 de Noviembre no usó tapabocas, 5.- no le solicitan a los huéspedes usar cubrebocas en áreas comunes.
Por otro lado, eliminaron mis comentarios al respecto en Instagram, eso es muy bajo y engañan al cliente.
Desconozco si Miguel Feregrino conozca de esto, pero sinceramente le digo: tiene un gran hotel donde descuidan una inmensa cantidad de detalles. Son las 2 y las personas de la reunión se están burlando afuera de mi habitación diciendo a carcajadas: “no vayan a despertarlos”. Pero volviendo al tema de los detalles: focos fundidos, rotos, lámparas para iluminar que no tienen baterías, solo 1 papel higiénico para 5 personas, el servibar no sirve, no había shampoo en la habitación, pedimos a recepción café y jamás llegó, bajé a preguntar y jamás le dijeron a nadie de cocina, finalmente los subieron pero tuve que bajar por azúcar, la pasta “al pesto” realmente es para con crema y poblano, el club sándwich es un sándwich que me recuerda los que había en la terminal de camiones de Matehuala en 1985, una rebanada de jamón, una de queso amarillo y mucha mayonesa; el agua caliente disponible es insuficiente para una habitación de dos pisos donde caben 6, además que solo ponen toallas para 3; las habitaciones no cuentan con calefacción y hay 4 grados; solo cuentan con estacionamiento para 4 autos y tuve que dejar el nuestro en la calle. Son las 2:20 y por fin hay silencio, intentaré dormir y que mañana a las 7 no me despierten de nuevo los golpes en la cocina. Estoy acostumbrado a pagar por tranquilidad y $8,000 por la experiencia es un robo pese a que el lugar lo vale, pero esos detalles me reventaron mi esquema de descanso. Hay muchos de los mencionados detalles que podría uno tolerar, pero el coraje que pase por su reunión nocturna y el acelere del corazón y arritmia que me dió aún no se me pasa, por eso escribo esto, para desahogarme y tranquilizarme. Mi familia merecía una experiencia diferente por lo menos a la hora del descanso; pero al personal le faltó capacidad y sensatez desde el punto de vista de hospitalidad y de protocolos sanitarios para poner orden, prevenir y evitar molestias. He estado en hoteles donde simplemente hay reglas para huéspedes y ponen límites para la tolerancia, aquí no es el caso.
Anuncian alberca y jacuzzi como atractivo pero están sin servicio y sucios, dicen que por los protocolos pero en otros lugares se organizan con horarios por huesped bajo reserva.
Resumen: si te quedas aquí no comas aquí, pide las habitaciones más alejadas que tengan y no tires tu dinero en la habitación “Armonía” pues terminarás hospedado en una habitación donde tu familia sencillamente no podrá descansar.
Pd. Toño es lo más rescatable, es sumamente atento, valioso y servicial, pero aquí se requiere un manager con mano firme, que conozca de hotelería, que realmente capacite al personal, que ponga orden en la cocina, que no se atreva a ofrecer servicios que realmente no dan (como ofrecer pizzas que realmente y pese a contar con el horno no hacen ni previa reservación) y que cuide al máximo los detalles para que este hotel se convierta en aquello que tanto presume y que lamentablemente, aún teniendo un gran potencial, carece.
Actualización de la mañana: el personal habla a volumen alto desde temprano y oh sorpresa, no hay ni una gota de agua caliente... sin más que decir.