Se trata de un alojamiento ubicado en una casa del siglo XIX que mantiene una decoración de la época. Las habitaciones, aunque son pequeñas, están muy bien decoradas y son cómodas y silenciosas. El desayuno se compone de dos platos que propone su propietario cada mañana y es fantástico tanto en cantidad como en calidad. La situación es buena para visitar Quebec, porque aunque no está dentro de la zona peatonal, se puede acceder a cualquier parte andando y el trasnporte público está cerca también. Dispone de parking incluido en el precio, lo que es importante dadas las dificultades de aparcamiento de la ciudad.
Merece especial mención su propietario, Clèment, un hombre amable que ofrece una fantástica información sobre la ciudad y siempre está dispuesto a conversar y ayudar.
En definitiva, un alojamiento muy recomendable para visitar Quebec.Más
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