El local es una maravilla. Cuidado, bonito y además con un servicio muy amable que no tiene dificultades en hablar en inglés o francés. La comida es variada (hamburguesas, pizzas, platos más típicos canadienses, tipo wok...) con un denominador común en el empleo de cerveza en gran parte de sus platos. El único pero es el tiempo que tardaron en servir los platos, de casi media hora.
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