Es el hotel más bonito y emblemático de Bristol, al lado de la Catedral, la historia de su construcción dice ya mucho de él, fue ideado como sitio de reunión de la aristocracia de 1.800.
Actualmente en remodelación, es evidente que le hace falta, ya que está muy viejo y eso se nota: moqueta sucia, baños con desperfectos a la vista, mobiliario roto ... es una pena.
Los colchones bien, habitación familiar con dos camas grandes y espacio suficiente. Almohadas muy blandas, pero esto es ya cuestión de gustos.
Servicio de limpieza muy mejorable, la habitación la hicieron a las 4 pm en apenas 5 minutos, hacer la cama y poner toallas nuevas, poco más.
Personal muy amable y atento, en concreto encontramos trabajadores españoles en recepción y en el restaurante, un 10 a todos ellos, se esforzaron en ayudar en todo lo posible.
Spa y piscina muy muy muy sucios, la zona de vestuarios daba pena, agua fría y tan clorada que los ojos se irritan de manera preocupante,deberían controlar este aspecto.
Muy buen desayuno, continental, con posibilidad de huevos, tortillas, salchichas al momento.
Seguro que tras la reforma vuelve a convertirse en un 5 estrellas, a la altura de Marriott, ya que su localización es la mejor para ver la ciudad.