El personal del hotel fue súper atento y servicial, encantadores: nos ayudaron a planificar nuestra estancia y nos proporcionaron información sobre el transporte y zonas turísticas. Las habitaciones cumplían todas las necesidades: la cama era muy cómoda, la limpieza excelente, con el espacio suficiente y muy acogedoras. Además, en el baño incluyeron gel/champú, acondicionador y crema corporal en cantidades suficientes como para no tener que llevar nada por tu cuenta (me impresionó porque es poco común). El desayuno muy bueno: podías elegir varias cosas básicas como tostadas, cereales o fruta; además de poder pedir un desayuno inglés a la carta, que además estaba buenísimo (y económico).
Muy bien ubicado respecto a zonas de interés, como el puente de Clifton, muchos parques y zonas preciosas; el barrio es precioso. También está muy bien comunicado: la parada de bus está delante del hotel, y comunica con varias zonas del centro y la estación Temple Meads (línea 8); el centro está a 1km, se puede ir también a pie (es una elección personal de cada uno). El estilo de todo el hotel, entre rústico y victoriano, fue la última pieza para hacer de nuestra estancia una experiencia única.
Nos hubiéramos quedado más tiempo, y sin duda repetiríamos!