Estuvimos en 2016 y repetimos por su situación y el personal. En este tiempo hicieron reformas, la mayoría para mejor. Las habitaciones están modernizadas, aún con detalles antiguos, como dos grifos de gua fría y caliente ( mucho desperdicio de agua). También ampliaron el espacio de la habitación al elíminar el salón (con el incoveniente de tener la TV frente a la cama). La cocina igual de elemental, con un microondas situado en la pared, muy alto e incómodo. Nos tocó un habitación sin balcón, que cambiamos al día siguiente por otra que lo tenía, pagando un pequeño supemento (la recepcionista nos facilito la mudanza al darnos un habitación bastante próxima). El comedor es muy amplio y cómodo. Tanto el desayuno como la cena variados, con productos de calidad. Los cocineros se esmeran por atender a los clientes. Los zumos y el yogurt a granel son muy buenos, el café aceptable, habiendo una máquina de Nespreso. Las verduras muy ricas, las frituras perfectas, la pizza rica.... Todo en su punto (un consejo: varien la música en el comedor, en 10 días la misma dos veces cansa). Lo que echamos de menos en los 10 días fueron los plátanos. Todo el personal perfecto: Los camareros son muy atentos, las limpiadoras rápidas y eficaces, los recepcionistas muy amables. El hotel es muy tranquilo, ideal para descansar. Está bien situado, a 200 m. de la playa y cerca del centro, al que se puede acceder facilmente usando un ascensor.
La piscina pequeña, suficiente para la gente que la usaba, sin servicio (había que entra hasta cerca del bar interior).
Hay otra piscina interior climatizada cerce da la sauna y de un pequeño gimnasio.
En la azotea hay un agradable solarium con spa.