Estuvimos cenando en este restaurante en septiembre del año pasado. Como me gusta tener todo muy organizado, me puse previamente en contacto por mail con ellos y Natalia, muy muy amablemente, me informó de la carta que tenían en ese momento y los posibles cambios que realizarían en unos días, puesto que suelen hacer modificaciones en ella, en función del producto de temporada.
En el restaurante, la bienvenida cálida, como si estuvieras en casa, el trato por parte de Joseba, que fue quien nos orientó en la elección de los platos, maravilloso, nos hizo sentir formar parte de la familia, cercano, creativo y detallista.
Siguiendo sus recomendaciones, compartimos todos los platos, para tres personas, y comenzamos con una ventresca de atún rojo salvaje que estaba simplemente increíble. Acompañado de unos picos, que sobraban para degustar con profundidad el atún, pero que estaban tan ricos que no dejamos ninguno.
La cecina de buey, bien curada, con un poquito de aceite y acompañada de pan y tomate. Intensa, penetrante.
Los txipirones en su tinta, nada tradicionales, no desvelaré su "secreto", pero merece mucho la pena probarlos. Mucho sabor.
El rabo de buey estofado, cocinado a baja temperatura, ¡no recuerdo durante cuántas horas! De sabor intensísimo, la carne se deshacía en la boca de lo tiernísima que estaba.
Y los postres... Yo soy de las que piensan que la categoría de un restaurante acaba de decidirse por la calidad de sus postres. Si la comida está buena pero en los postres pinchan... malo. Pues en La Gavilla esto no pasa, postres a la misma altura que el resto de platos. Indispensable para irte con un maravilloso sabor de boca, pero sobre todo la torrija... quitaba el sentido.
El chef salió a saludarnos, cosa que nos sorprendió y complació, porque para nosotros significa que está satisfecho de sus creaciones y lo que transmiten.
El restaurante es pequeño, se puede comer en la planta baja, donde se encuentra la barra, pero si quieres un poco más de intimidad, arriba sólo tienen cuatro mesas, así que es preferible reservar antes.
Precio muy adecuado porque trabajan con una gran calidad en todos los productos.
Para nuestra próxima visita, ya tenemos tres cosas claras: que probaremos el secreto ibérico, repetiremos torrija y nos sentiremos como en casa.
Muchísimas gracias y nuestra enhorabuena a todo el equipo de La Gavilla. Seguid dándolo todo, que ése es el camino. Hasta pronto.
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