Repetimos el hotel porque sin duda es de los más especiales que conocemos. El trato es muy cercano. La habitación está muy bien también, tamaño normal pero con un encanto especial. Aunque sin duda el plato estrella son las vistas frontales a la concha. Dan ganas de no salir en todo el día.

Los platos que sirven, no se corresponden en absoluto con lo que se anuncia en el letrero situado en la entrada. Platos con raciones muy escasas y productos de calidad más que cuestionable, pese a los esfuerzos de la camarera por defender el producto de cercanía y las elaboraciones realizadas en el momento. La bebida no la sirven en la mesa, y las copas son de un material similar al metacrilato. Una copa de vino cuesta 10€.
Nos equivocamos de pleno al elegir este restaurante, nos dejamos llevar por el encanto de las vistas.

Inconcebible que una boutique hotel con unas instalaciones inmejorables, subcontrate los servicios de hostelería a una empresa que bajo el paraguas de estrella Michelin utilice personal “amateur” y sin ninguna cualificación profesional. Para nosotros fue decepcionante tener esta experiencia en un viaje que habíamos programado para visitar una vez más Donostia con motivo de nuestro 50 aniversario de casados
Un ejemplo del servicio, solicitamos una copa de Ríoja y sirvieron sólo media, al preguntar por qué esa cantidad, nos comenta el camarero que era lo último que quedaba en botella por no abrir otra, pedimos un café cortado con un poquito de leche caliente, y me dice la camarera , que la leche estaba fría porque estaba en la nevera , ejemplo de algunas otras que podríamos referir,
Cuando informamos en recepción de todas las circunstancias la respuesta que recibimos fue que ellos nada podían hacer al estar estos servicios cedidos a otra empresa