Hemos estado en el hotel 4 noches en la semana del puente, 2 personas.
Hemos pagado 982 € por una habitación doble con desayuno incluido.
La habitación estaba situada en la 11ª planta, aunque en el ascensor había que pulsar en la 4ª.
Aunque no nos lo explicaron, esto obedece a que se realizó, en su momento, una reducción de plantas.
Llegamos al hotel por la noche y nos atendió una persona de forma correcta, a continuación tuvimos que subir unos cuantos escalones para acceder a los ascensores.
Para ir al grano, en el desayuno hay una gran variedad de productos, eso sí de ínfimísima calidad.
Por si faltaba poco, uno de los días se quedaron sin suministro eléctrico y no podían calentar ninguno de los productos y cuando regresó el servicio no disponían de gas para calentar la leche....
Para bajar desde la 11ª planta durante el corte eléctrico no había señalización y pudimos salir gracias a otro huesped que se encontraba en la planta baja y había encontrado la salida.
El estado general del hotel es de una dejadez soberbia, me remito a las fotografías que acompaño.
Lo que ha hecho que manifieste esta opinión fue cuando vimos el estado del colchón que, también, podéis observar en la fotografía adjunta.
¡No he visto nada igual en mi vida!
Hemos decidido no volver a alojarnos en ningún otro hotel Meliá.