Mal. Mala noche.
Llegamos sin reserva. Nis dan una habitación de una esquina, al final de un pasillo. Vale, es lo que hay y no teníamos reserva. Terraza gigantesca, eso si. Habitación enana. Cama buena, inmensa, bien. De mi lado a la pared dos palmos escasos, del de mi pareja dos palmos y medio, a los pies tres palmos. Difícil moverse. Como muebles, una mesa pequeña y una silla incómoda. Ni siquiera la típica tijera de hotel para abrir un trolley. Había que hacerlo sobre la mesita. La otra maletita en el armario y así no cerraba la puerta corredera. Sin terraza, la habitación serían unos 17 m2 ¿4*?
A las 0h45, comienza a sonar una alarma estridente, no se escucha nada más, actividad, movimiento, etc. no pasaba nada. Nadie contesta a ningún teléfono. Al cabo de unos 10 min, para ¡y vuelve a sonar! Finalmente para. A la 1h45, vuelta lo mismo. Para contactar con alguien tuve que localizar el número de teléfono exterior del hotel. No saben lo que pasa, que ya están mirando, que bomberos, etc pero no saben. Y por protocolo tiene que estar activado el sistema. Finalmente para. Como una hora más tarde, vuelta la burra al trigo. Tercera vez. Exactamente igual: otra vez lo mismo y las mismas respuestas. ¡Pero nadie en ninguna e tensión del hotel!
Cuando al día siguiente, al marchar, damos quejas a la recepcionista, ni habla ni explica. Sigue mirando para la pantalla del ordenador como quien oye llover. Finalmente viene otra chica que, al menos, dice algo.
Un horror de noche.