El menú largo, muy bien equilibrado, nos han gustado prácticamente la totalidad de las elaboraciones. El tallarín (preparado en mesa), el buñuelo y el vitello tonato destacan. Se agradece la cata de aceites completa y no como antes, que era necesario escoger y no se podían probar todos.
Sigo pensando, como la última vez, que el menú podría costar un poquito más y no pasaría absolutamente nada, lo vería en precio. Pero cuando llega la cuenta vuelve una vez más el regustillo amargo de los 3.5€/pax por agua... ¡de jarra! y 3€/pax por una manzanilla (por cierto, templada en el momento de servirla...).
Servicio y ambiente muy correctos, como siempre.
Volveremos con el siguiente cambio de menú a ver si subimos al 5/5.