Soy cliente del hotel Wellington desde hace treinta años. Paso unas 30 noches al año (antes más). El equipo de José Rodríguez Tarín, con él a la cabeza, hace que este hotel pierda su nombre y se convierta en un oasis para lo que Madrid depara. El grado de detalle, amor por lo que se hace, servicio que supera la excelencia. Todo el equipo sin excepción desarrolla su labor como un reloj y con la más sincera sonrisa en su cara. Las habitaciones, en permanente mejora, sus instalaciones, incluyendo piscina y Wellnes, la calidad de su cocina, con un servicio de habitaciones y un desayuno de no olvidar. Sus restaurantes (Kabuki y Goizeko). El silencio con dobles puertas. Las dobles ventanas que te separan del ruido de Madrid. Sus camas con sábanas de hilo (eso es paz). Todo, absolutamente todo lo que rodea al Wellington te hace sentir realmente en casa (en una mejor que la que realmente tenemos).
Enhorabuena. La historia sigue.