Hace unas semanas tuve que estar dos días fuera de mi casa y cometí el error de alojarme con mi gata en este establecimiento.
- Para empezar, 25 minutos de cola para hacer el check-in. Después de mi check-in, otros 5 minutos para el de la gata.
- El personal tiene poca experiencia y está desbordado de trabajo.
- En la habitación estaban limpias las zonas a la vista. Debajo de la cama, en el cabecero y debajo del escritorio había muchísimo polvo.
- La ropa de cama y las toallas estaban limpias pero el olor era extraño y la textura áspera y desagradable.
- La habitación está insonorizada con respecto a las colindantes, pero se oye todo lo que pasa en el pasillo (hay recepción y bar 24/7).
- En la habitación no hay armario, solo un perchero con un panel lateral para que desde la entrada no se vea la ropa.
- En el baño el piso de la ducha es muy resbaladizo y, además, el desagüe no traga bien.
- Yo no no necesito secador pero, si tú lo utlizas, llévalo en la maleta.
- Para los que también viajais con mascota, este sitio no está preparado en absoluto. Es ruidoso (recepción con música alta, pasillo sin aislamiento acústico). Está sucio y, aunque parezca un contrasentido, deben utilizar productos de limpieza muy fuertes.
No entienden que una mascota es un ser vivo cuyas necesidades hay que atender. Al hacer la reserva pedí que retiraran aquello que la gata pudiera rasgar. El día de entrada, me llamó el responsable de recepción para avisarme de que no podían retirar nada y que debía quedarme todo o casi todo el tiempo con mi gata. De haber daños, tendría que pagarlos. El tono fue bastante desagradable.
Al llegar forré con plástico la butaca y la silla tapizadas y pedí que revisaran la habitación al hacer el check-out.
Mi gata lo paso muy mal. No comió, ni bebió, ni usó el arenero en día y medio.
En resumen, un desastre. Si viajas con tu mascota, busca otra opción.