No sé en qué piensa el sector de la hostelería estos días. Estamos en un momento donde hay restricciones que muchos restaurantes desde hace unas semanas han decidido no cumplir o hacer la trampa. Este restaurante es un ejemplo de ello. Al margen de esta crítica lo que pedimos llegó frío (o muy frío). Un pulpo de dudosa procedencia, lego frío por dentro, los huevos con carabineros (no estaban mal de sabor), llegaron muy fríos y el chuletón llegó hecho por fuera y helado por dentro (señores las carnes hay que atemperarlas). El unico plato que se salvó y es de reconocer que está muy bueno fue el cachopo. No volveré, más aún después del trato soberbio del dueño que por lo que me cuentan es habitual ante la crítica.

Es un asturiano con terraza, aunque nosotros estuvimos dentro. El local bien acondicionado y el servicio agradable.
La comida aceptable, aunque nada especial; croquetas, sardinas ahumadas (especialidad aunque a nosotros no nos dijo nada), merluza a la sidra (buena calidad aunque falta elaboración), y fabada, buena.

Precio algo elevado: casi 100 euros, sin postre y solo 2 botellas de sidra.

Es para volver, la atención excelente, la cena exquisita, camareras que se esmeran en dar la mejor atención, me ha encantado.

Magnifica cena con la calidad de siempre. El servicio y la terraza con su amplitud y configuración nos hicieron sentirnos muy cómodos.
Las sardinas ahumadas que tomamos de entrada memorables y un cachopo de principal tan bueno como siempre

Cocina asturiana con una altísima calidad no solo en su materia prima, sino también en el equipo que trabaja allí (encantadora y muy profesional Rossi), la decoración del restaurante y su preciosa terraza acondicionada tanto para verano como para invierno. El mejor cachopo de madrid y maravillosos pescados cocinados para todos los gustos. Además, todo muy cuidado al detalle en el nuevo tema del coronavirus.