Tiene 3 estrellas pero se merece 4 (de las de verdad, no de las italianas). Abrió en agosto de 2016, está en el barrio de La Marina, en el meollo de todos los restaurantes. Aunque la calle tiene limitado el acceso al tráfico rodado a determinadas horas, merece la pena alojarte aquí, contratar el parking que te ofrecen (al lado y por 8 €/día) y olvidarte del coche.
La habitación era enorme, con una decoración muy bonita, camas grandes y muy cómodas, minibar, ducha de hidromasaje, una televisión enorme... Aunque en el primer piso, está bien insonorizada. Pocas pegas que ponerle, salvo el desayuno, justito y en un espacio muy reducido, y las escaleras que hay que subir con la maleta a cuestas.
Un 10 para la recepcionista, Alice, que habla español (y francés, inglés...) y nos dio recomendaciones muy acertadas sobre la ciudad.
No hay nadie en recepción de 23 a 7 horas, por eso en alguna web figura como hostal cuando es un hotel pequeñito, delicioso y muy recomendable.