Conozco Topche desde hace varios años y he tenido la gran fortuna de ver como han crecido y trabajado duro para ofrecerle a los visitantes una experiencia inigualable, tienen instalaciones confortables y que permiten vivir la experiencia de estar en la selva lacandona con seguridad y en un ambiente agradable.
La comida del restaurante es buenísima! si bien es cierto que el menú es corto, cada platillo es preparado con muchos ingredientes de sus propios terrenos o locales lo cual le da una frescura y sabor de gran calidad, la mermelada hecha en casa, las tortillas recién hechas con maíz criollo de su milpa, los frijoles,.....MMMMM....en fin, todo es muy rico y si tienen oportunidad de probar el pescado que ellos mismos crían horneado con hojas, les va a encantar!
Las habitaciones que están más cerca del restaurante son agradables, cómodas y permiten platicar mucho con la familia Chankin, quienes siempre están dispuestos a compartir sus experiencias e intercambiar sonrisas con los visitantes; Por otro lado las habitaciones cerca del río cuentan con más privacidad, son muy cómodas y permiten sentir aún más la naturales con detalles como dormir arrullados por el río o despertar y ver desde tu terraza privada a la fauna local, así como caminar por los senderos decorados con orquídeas.
Pero lo mejor sin duda alguna es la gente, la familia Chankin esta compuesta por grandes personas, por gente amable, educada y alegre que siempre esta abierta a escuchar a los visitantes, intercambiar ideas y apoyar el turismo en sus planes para aprovechar al máximo la estancia, intercambiar una charla con café con Don Enrique o con Enrique su hijo o con Justita o con cualquier miembro de la familia es algo que no se compra, es algo que se disfruta al máximo y donde aprendes muchas cosas, no pierdan la oportunidad.
Es un sitio donde siempre me he sentido en casa y donde no me canso de volver, porque además la selva siempre te ofrece algo nuevo y realizar la caminata a la selva o el rafting te permite salir de la rutina y sentir todo eso que de repente olvidamos en las ciudades.