La comida es muy buena, el lugar es muy bonito y apacible, las mesas están en un jardín debajo de los árboles o con sombrillas. Puedes llevar a tu perro (siempre y cuando no sea agresivo), la atención es buena, pero cuando está muy lleno llega a ser muuuuuy mala y lenta. En 2 ocasiones no nos han respetado la reservación.

El lugar es muy agradable. Los jardines son maravillosos y se siente la conexión con la naturaleza. Se siente un ambiente tranquilo aunque la música no fue la mejor y desarmonizaba un poco el momento. La carta es pequeña y la cocina es de autor. Probamos el tiradito de atún. Estaba bien y fresco pero su sabor dulce por la salsa de mango empieza a cansar un poco después de un rato. Si el puré de papa hubiera estado bien sazonado tal vez hubiera sido un buen contraste, y parece ser que era de hojuela y no de papa natural por el sabor.
De fuerte pedí un atún sellado en costra de ajonjolí y salsa Teriyaki de Jamaica. La cocción estaba bien. La salsa era dulce pero hacía buen contraste con el ajonjolí. Estaba acompañado de chícharos chinos frescos que le daban un buen toque para limpiar el paladar. También venía con una guarnición de arroz blanco al vapor que hubiera sido bueno para equilibrar el dulzor de la salsa, solo que estaba bañado en salsa soya con limón o salsa Ponzu la cual no hacía buen maridaje. No pude terminarlo todo porque al final me hostigó el sabor dulce de la salsa.
Probamos los sopesitos de avestruz, que eran buenos pero con toda la guarnición se pierde un poco el sabor de la carne de avestruz (que es un sabor marcado) y posiblemente pudieran agregar un poco más de sal al guacamole.
En general la comida es normal y el servicio también. Tienen poco personal y eso hace que aveces sea un poquito lento. Aun así es un lugar muy agradable para descansar.

La comida muy rica, la vista me encanta, es de verdad un lugar muy tranquilo para disfrutar de una buena comida internacional. Dado que está en las afueras el bullicio es casi nulo y el lugar muy agradable, tipo jardín de buen gusto.