Es un hotel que está a diez minutos de San Miguel por una carretera nada transitada, por lo que no pesa nada la distancia. El lugar es hermoso, una serie de cabañas muy bien planeadas y decoradas. Se inclinan más al estilo rústico pero sin perder comodidad, la nuestra tenía cama King Size, con suficiente cantidad de cobijas y almohadas. Fuimos en noviembre por lo que en las noches hacía bastante frío y no lo sufrimos para nada. El baño era muy grande con un ventanal que daba hacia una extensión grande de campo. Sí, estas a la vista, pero no pasa absolutamente nadie; es un poco raro al principio pero después se disfruta. La habitación tenía una tina hecha de mampostería. Mi hija de 9 meses y yo la disfrutamos mucho. La comida en el restaurante es muy rica y uno puede pasar horas y horas sentado disfrutando del paisaje. Es una muy buena opción si lo que buscas es descansar y disfrutar de la naturaleza. Sin embargo, si buscas lujos y comodidad EN San Miguel, esta no es tu opción. Yo personalmente regresaré a este hotel cada vez que visite San Miguel.

El lugar es lindísimo, la decoración, los járdines... felicidades a los dueños, excelente gusto. Muy buen servicio, la comida deliciosa!. Nos quedamos en la habitación Imagina y era como tener nuestra propia cabañita, la cama muy cómoda, cuenta con una tina de hidromasaje. El spa muy bien, tomé un masaje de cuello y espalda muy relajante. La alberca no tiene horario, resulta muy conveniente. Es Pet friendly, lo cual nos encantó. Tienen su huerto orgánico y el agua del alberca no tiene cloro :D porque viene de un pozo, algo así nos explicaban. En fin, si van a relajarse seguro la pasaran excelente!! A 15 min. de San Miguel.

La comida es muy buena, el lugar es muy bonito y apacible, las mesas están en un jardín debajo de los árboles o con sombrillas. Puedes llevar a tu perro (siempre y cuando no sea agresivo), la atención es buena, pero cuando está muy lleno llega a ser muuuuuy mala y lenta. En 2 ocasiones no nos han respetado la reservación.