Guils es un pueblo clásico ceretano que combina masías centenarias con las casas de pared de piedra y tejado de pizarra típicos de la zona. Es el punto de partida de numerosas excursiones y está muy cerca de Puigcerdà a la vez que aislado y tranquilo.
La casa estaba impecable. Sin lujos pero sin faltar de nada. La cocina es muy amplia y bien equipada y cuenta con una enorme mesa en la que comíamos todos juntos comentando las vivencias del día en curso y programando el día siguiente.
A los niños les encantó subir y bajar escaleras, dormir en literas, entrar y salir del jardín...
Los propietarios nos atendieron personalmente. Son encantadores y se preocuparon de hacernos más cómoda la estancia (cuna y siilita en el comedor para la peque, juegos de mesa...), además de dejar panfletos informativos sobre actividades y servicios de la zona.
Imprescindible visitar El Picarol, el bar-restaurant del pueblo. Son muy serviciales y excelentes cocineros.
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