Cabaña apartada en medio de la naturaleza perfecta para descansar y desconectar de todo. Los anfitriones Christopher y Claudia nos trataron genial y nos agasajaron con productos de su propia granja: leche, huevos y hortalizas. La cabaña está completamente equipada y es perfecta para una escapada de desconexión total. Volveremos sin duda.
Hemos pasado unos días en este alojamiento que difícilmente podremos olvidar. Apartado del mundanal ruido por un camino agreste con el que acabas familiarizado, llegas finalmente a un lugar recóndito y apacible que transmite buenas vibraciones desde el primer momento: por la calidad humana de la familia que te aloja y por la recepción a base de productos del huerto y de las propias gallinas (además de una sidriña) con que te reciben.
La casita para los huéspedes resulta cálida y confortable y dispone de todo lo necesario, y más, para disfrutar del entorno y de todas las actividades que se pueden realizar teniéndola como base. Desde probar un gamoneu de la cercana quesería hasta ver el prerrománico de Oviedo hay innumerables posibilidades.
Ver desaparecer el sol desde su terraza, con una cervecita o una sidra, no tiene precio. Y escuchar los pájaros al atardecer o ver estrellas por la noche (aquí se ven todas), tampoco.
Con los cuidados y proyectos de Claudia, qué buena mano tienes para las plantas y las flores, y Christopher, qué bueno tu perfecto acento andaluz, este precioso rincón asturiano resultará todavía más idílico de lo que ya es.
La entrada a través del bosque ya anuncia todo lo bueno que te espera, y no defrauda en absoluto. La cabaña está llena de preciosos detalles que Claudia deja en cada uno de sus rincones. Te reciben con sidra, huevos de granja, frutas y hortalizas del huerto, una enorme y preciosa sonrisa de Claudia y un paisaje que mires por donde mires, te llena los ojos y seguramente se quedará para siempre en el recuerdo. Todo es montaña, cielo, paz, y el sonido del cencerro de les vaques. Qué cortito se nos ha hecho!. No hay mejor lugar para desconectar. Todo invita a soñar.
Hemos estado unos días en esta casita y no hemos podido estar más a gusto. Hemos desconectado con ese silencio y paisaje y la casa tenía todo tipo de detalles que la han hecho súper acogedora. Los anfitriones pendientes de lo que pudiésemos necesitar y de trato muy cercano. ¡Muy recomendable!
Tras nuestras vacaciones de agosto, podemos asegurar que nuestros días en Duruxa han sido una auténtica aventura!
Recibidos, y tratados de maravilla por los anfitriones, Christopher y Claudia, empezamos a saborear de un destino muy especial. Una casita de película en medio de las montañas, con la sola presencia de la cabaña colindante de nuestros vecinos y anfitriones, y algunas gallinas que nos aportaron con sus huevos unos desayunos lleno de sabor.
También un huerto que nos aportaba todo un surtido de frutas y hortalizas recién recolectadas (como estaban los tomates...)
En fin, cabaña acogedora, cómoda, tranquila, ideal para desconectar del mundo (y la tecnología), que recomendamos visites si tienes la oportunidad y te gusta la aventura... ;)