Disfrutando el paraíso. Ya habíamos estado en los Palladium Colonial y Kantenah y queríamos probar la experiencia TRS. El entorno es impresionante como en el resto del complejo, con una naturaleza exuberante y cuidada y adorables animalitos (coatíes, mapaches, aves de todo tipo y hasta algún mono araña). Lo que marca la diferencia es el trato de los mayordomos y el personal en general. Nosotros nos alojamos en la villa 61 y nuestros mayordomos Diego y Ricardo se encargaron de que todo fuera perfecto. Dos personas tan profesionales como agradables, que todavía echamos de menos. También quiero destacar el excelente trato de Martha Castillo en Helios, una trabajadora increíble, de las que se esfuerzan por recordar tu nombre y tus preferencias, cariñosa y profesional, un amor. También Rachel de Helios, la mujer de las crepes en Capricho, el camarero que nos atendió en El Gaucho (creo que se llamaba David) y tantos otro. Son personas que hacen muy bien su trabajo independientemente de las propinas y se merecen lo mejor. Nos encantaron los espectáculos, los cócteles y todo en general. Lo único a mejorar es la llegada tardía (desde España el avión aterriza sobre las 19:30 pero el transfer no llega al hotel hasta casi las 23:30). En recepción fueron muy amables pero a esas horas ya no hay mayordomos y la persona que nos llevó a la habitación a penas nos explicó nada. La TV no funcionaba para pedir la cena y tampoco atendían el teléfono. Cenamos muy tarde y regular. Creo que deberían cuidar más esas primeras impresiones, aunque al dia siguiente todo empiece a ser perfecto, como el resto de la estancia.