Cuando llegas en lancha al hotel no da muy buena impresión, pero ya en el pasillo cambia totalmente. Las habitaciones no son muy grandes, pero sí muy bien decoradas, se nota el esmero que hay en cada una de ellas.
El restaurante sirve desayunos, es un área grande y se puede observar todo el río, lo malo es que no tienen servicio todo el día, enfrente hay un Bistro que me imagino que es de ellos, pero tiene muy pocas mesas.
La piscina es pequeña pero justa, la atención del personal realmente es muy apática, prácticamente es el señor de seguridad quien recibe y entrega habitaciones, los dueños aparecen esporádicamente.
El único consejo es, que si la reserva se hace a través de Booking o similar, hay que llevar copia impresa del acuerdo, porque pueden cobrar más, en nuestro caso al ver el correo de Booking respetaron el precio, pero sí fue algo incómodo al inicio.
El Wi-fi es muy malo y no tienen televisores en las habitaciones.