Perfectamente ubicado en la entrada de Thamel, facilitando el acceso al centro, pero al estar en un callejón te aisla del ruido ambiental y nocturno de la zona. El hotel está muy bien, muy acogedor al ser un hotel pequeño, la decoración muy bonita, con maderas talladas, y el mobiliario de las habitaciones es precioso, pintado con dibujos de Buda muy coloridos; las camas cómodas, el baño amplio y con bañera, y en las 2 habitaciones que nos quedamos teníamos una terracita para nosotros muy agradable. Destacar la limpieza del hotel en todas las estancias. La entrada es un patio muy cuidado, con varias plantas, siempre muy limpio, y en un lado tiene como un porche con 4 mesas para el desayuno, tomar algo o sentarte un rato a disfrutar de la tranquilidad del lugar. Los desayunos muy ricos, completos y abundantes. El personal fantástico, desde Ramiro el jefe, que habla español,lo que facilita mucho la comunicacion, pasando por su hermano Shaila, y los chicos Rupak, Sandesh y Kiram, asi como los conductores y las chicas de recepción, todos son muy amables y serviciales. Nos ayudaron con los traslados al aeropuerto y a otros sitios de Nepal. La prueba de que nos gustó mucho, es que las 4 veces que pasamos por Kathmandú durante nuestro viaje nos alojamos en este hotel, pues es un lugar perfecto para descansar y recuperarse de los difíciles viajes a través del país.