Encontramos en la finca nuestro refugio, el lugar es hermoso, con su lago y sus viñedos. Tiene pileta, parrilla y mucho mucho verde. La casona está decorada con mucha calidez, cuenta con 6 habitaciones muy bien decoradas y calefaccionadas. Los colchones y almohadas son muy cómodos, preferiría que cambien a diario la ropa blanca sin preguntar si es necesario, pero es sólo un detalle.
Tuvimos la suerte de disfrutar unos días en absoluta soledad ya que no había otros huéspedes y lo pasamos de maravilla. El desayuno que prepara Zeneida es majestuoso, todo casero y sabroso. Sus hijas ayudan con el aseo y ayudan con gran predisposición diariamente.
También es imposible olvidar a Ramón y a Toby los perros que te acompañan durante tu estadía.
El lugar realmente lo sentimos como en casa, por lo tranquilo, lo amoroso en cada uno de los detalles y la música. Así que ya estamos planeando nuestro regreso.
Estamos muy agradecidos, fueron días de mucha conexión y disfrute.