Lo encontramos por casualidad y fue todo un acierto. Pudimos desayunar en la terraza con nuestra perra y fueron muy amables trayéndole agua y unas chuches. Las dueñas son un encanto. Precios asequibles, comida rica y charlas amenas. ¡Además tienen la perrita más bonita del mundo! Seguid así, sois geniales.
¿Es el propietario o administrador de este establecimiento? Solicite su perfil gratis para responder las opiniones, actualizar su perfil y mucho más.